Dime tú, piedra, qué quedará de nosotros
de este rostro azotado por el viento
de aquel corazón entristecido que me busca
de aquellos ojos que son la luz y la tormenta.
Tiempo de abundancia y de agonía
protege los errantes pasos
de aquella extranjera peregrina de los mares
de aquella sombra indefinida que se forma a mi costado.
Seguramente nos verán pasar por un puente de París
Cruzar un oscuro parque de Berlín
Huir de una ciudad como Madrid.
Tú, bella extranjera, más allá de las fronteras que se forman
espérame, allá, donde siempre ha de brillar el sol.
Señor suelta a los cautivos, el Señor abre los ojos a los ciegos, el señor levanta a los encorvados, el Señor ama a los justos, el Señor custodia a los peregrinos, mantiene al huérfano y a la viuda, pero turba la senda de los pecadores. Reinará el señor eternamente. Salmo 146
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dimanche 14 octobre 2007
mercredi 3 octobre 2007
El retrato
La quimera, la voz, el sueño : ramas que rozan nuestras manos. Ruidos, brasas, llantos que inundan nuestros ojos. Somos otros, rodeados de zarzas y caminos infinitos. En la mirada está nuestro retrato.
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