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samedi 21 avril 2007

DARFOUR

Dios mío, este sueño, este dolor,
de un cuerpo a otro cuerpo pasa
como el sol, como la sombra se desplaza.
Ruidoso el tiempo sin color,
silencioso entre las rocas desveladas sobrepasa,
las dolientes horas que al niño azotan sin piedad.

Dios mío, este sueño, este dolor,
camina por el polvo sediento
que arropa las siluetas
que sin forma ni destino pasan
de un árbol a otro árbol
mendigando la sombra que del sol no sale.

Dios mío, este sueño, este dolor,
pegado como costra al hueso que camina
buscando va en el polvo una lágrima,
tan sólo una lágrima para saciar la sed que lo consume,
para mojar sus labios,
para recordar que el agua existe.

Dios mío, este sueño, este dolor,
que siglos y caminos recorre por el mundo
buscando en el desierto un camino, una voz, un cielo.
Perdido, ahogado en cada pecho mora,
mirando la miseria del camino,
la miseria del hombre en el camino.

Dios mío, este sueño, este dolor,
como río turbulento viaja,
arrastrando pîedras y raíces y se aleja,
como nube estéril que arrastrando lleva el viento.
Una llaga horrible queda en la mirada de este niño,
que temblando trae una flor de polvo para su madre muerta.

Dios mío, este sueño, este dolor,
clavado está en el polvo del camino,
senda que cruzan estos niños desnutridos,
picados por el sol, el hambre y la miseria,
que otros van dejando como herencia en el camino.

Dios mío, este sueño, este dolor,
¿en la noche más amarga, un día,
en el polvo no terminará?
Nos queda tu Voz,
abrigo y piel de los que nacen bajo el sol.

París 21-04-2007