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jeudi 28 août 2008

Oda a una extranjera

De algún lugar del mundo
tus dolidas lágrimas me llegan
como voces de niños
arrancados a la vida
arrastrados por la vida
entregados a la muerte estando vivos.
En tu mirada de víspera y sueño
viajan otros ríos
que como tú
se alargan más allá de océanos
más allá de selvas ya heridas.
Nada buscamos, nada encontramos;
sólo palabras dejamos como migajas
a lo largo del camino solariego.
De alguna parte me llega tu silencio
amargo y dulce como una fruta prohibida,
como los días que te invento por los caminos
y no dejar que mi sombra vaya sola por las noches.
En el hueso de las horas otoñales,
subo y bajo las escaleras del olvido y no te veo,
estás ausente, lejana y ausente de mis ojos.
Yo te busco en mi sombra
y en las otras sombras que las otras dejan
y continúo buscándote
por el camino y la palabra.
Cruzaré una vez más aquel puente
pensando que un día lo cruzaremos juntos
y miraremos el río, el agua, la catedral del tiempo.
Seremos otros, desdibujados por la lluvia,
sombreados por las nubes que indiferentes pasan,
como hoy discurre la gente a mi lado
sin darse cuenta que mi alma llora de tanta soledad en el camino.
Un dolor grande me crece en todo el pecho
hoy que me siento ser
extranjero y desamado
extranjero y desgraciado
en medio del rumor sordo que me encierra : la gente.
Voy por las orillas de este río manso,
a otras tierras, a otros mares.
En alguna parte está tu voz
llamándome con otro nombre,
buscándome en la hierba y en el polvo.
Estamos separados por mares y desiertos,
calles y puertas y el tiempo que se acaba.
Qué decirte hoy en mi dolor,
éste que trepa como zarza por mis venas
por los músculos heridos y mis manos .
Y miro la nieve, las nubes y los cielos
y con la mirada te busco por las fibras que el viento arrastra.
Vine de tan lejos,
y no encontré tu rostro en esta tierra.
Extranjera que sueñas sueños que no son tuyos,
ni míos ni de nadie.
Sé que vives en alguna parte
resistiendo las olas que empuja el viento.
Azotada por la lluvia, continúas,
tras las huellas que mi sombra humana deja
por ríos olvidados,
por llanos olvidados,
vas de piedra en piedra,
volteando los días y las noches
como hojas secas del otoño que se acaba.
Pero estoy aquí vestido de nieve y de polvo,
con mis ojos sombreados de dudas y dolores
escarpando las noches que me hieren,
bajando los días como sueños amargos,
buscándote más allá de puertas y ventanas.
Cuánto no poder abrazar tu sombra en mi sombra
tu cuerpo en mi cuerpo para siempre.
Aquí te espero, a orillas de este mar
que me ofrecen los recuerdo no vividos.

París 20-22/10/2005