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samedi 29 mai 2010

El Recuerdo

Sin preguntar nada a nadie debo alejarme de todo aquello que me falta. Mas cómo decirle no al mar, al viento, al polvo que me sigue, y también al llanto peregrino de los hombres que buscan, una llave, un camino que los salve. A una sombra me retiro, a la sombra de la piedra que soporta mi destino. Huellas que no borrará el tiempo; hojas que no caerán del árbol prohibido, palabras que no verán mis ojos. En alguna parte, con el polvo del desierto se escribirá mi nombre, yo que huyo del desierto y del mar, a ellos volverán mis pasos, que hoy arrastro a orillas de este río incierto que soy yo.

vendredi 7 mai 2010

Soledad

¿Quién soy?, un ruido, una sombra que se dobla. ¿A quién veo?, a nadie. ¿A quién busco en el fondo de mis ojos?, a un espectro de perfil indefinido. ¿A quién encontraré en esta piedra desolada?, no lo sé. ¿A dónde voy?, a ninguna parte que no sea tu sombra peregrina. ¿Qué siento hoy cuando camino?, el alba. ¿Quién soy en la mar embravecida?, un instante, una hoja que flota sobre la piel del tiempo. ¿Qué brilla entre las nubes y mis ojos?, tu nombre: soledad.

jeudi 15 avril 2010

El hombre

No somos el silencio de nadie, tampoco el recuerdo que otros inventaron. Somos una piedra que talla el tiempo; un navío que en la mar se busca a sí mismo. Somos también la voz, el eco del desierto, los sueños que dejamos enterrados en un cerro. Hoy que miro mis manos, sorprendo a alguien que no soy yo, al otro, ese que soy yo mismo, ese que anda por las orillas de los ríos, aquel que se acerca como un mudo laberinto.

mercredi 29 avril 2009

DIOS

La irremplazable voz en el desierto erra una vez más. Se impregna con el aire, pernocta con el polvo en las noches. Pregunta la voz desconsolada por nosotros; pero nosotros, sordos, ciegos, no queremos ver ni oírle nada. La voz encadenada a su estigma, llora de amargura. Cuánta soledad brilla con el aire, cuánta pena se remueve con el polvo. Busca una morada en cada cosa, en cada onda, en cada uno de nosotros y nada. Inmenso, vaga triste su ser, en el cuerpo de un hombre viejo y cansado de buscarnos. ¡Cómo huirle cada vez que nos habla en el más antiguo silencio! Vamos, acerquémonos a ver el mar, la noche, el desierto donde mora la desnuda voz encadenada; procurémosle un manto de alegría. Ya cae la tarde. Ya no quedan siglos sino pasos para oírle una vez más.

vendredi 27 février 2009

La tempestad

Más silencio en el silencio todo era incierto
para mí, ignoro lo que el hombre imaginaba,
de aquel ruido infernal que enmudeció
a la voz que en el desierto habitaba.
Entre las cuerdas del agua que de las nubes
llenaron el silencio, del hombre yo escuchaba:

"Tu voz no oigo más en el desierto,
y vuelve la noche a fundirse en la noche de mis ojos.
La lluvia que violenta mi cuerpo moja,
la siento como alivio en mi peregrinar nocturno.
Aun cuando mis pasos atollados en el barro,
queden un instante,
a mi alma un extraño frescor anima.
Nada siento, nada ahora con ardor deseo."

De todo su cuerpo el agua
emergía como de una fuente.
Todo para mí aquella visión era confusa:
lluvia, desierto, noche y firmamento.
La tempestad todo lo abarcaba,
y duramente el hombre seguía caminando.

"¡Será esta la lluvia que yo imploré un día.
Será un castigo preámbulo de la muerte!"

Escuchaba yo su voz que sin temor
el noble caminante, a nadie dirigía.
Ni feliz ni desgraciado se sentía.
Serenidad vi que sus ojos reflejaban.

"Si esto Dios o el Destino me procuran,
sólo ellos saben de mi llanto oscuro,
sólo ellos mi pena entienden,
sólo ellos saben por qué
cruzando voy este desierto de lluvia humedecido."

Diciendo eso, amainando fue el viento
que sin piedad su rostro flagelaba.

París, 22-05-01

samedi 24 janvier 2009

Ruidos

No hay silencio en la durable noche. Caen las voces del fondo de las nubes como truenos insondables. Suben las voces, los gritos y los llantos del fondo de la tierra, del fondo de las sombras que caminan. Aquí están, Señor, a mi lado como si fueran sombras de mi sombra.

vendredi 26 décembre 2008

El cuervo

Lo vi de lejos -llovía oscuridad
sobre su lomo despertaba la noche
El cuervo cantó -su voz afónica- venía él
entre una multitud desenfrenada

Sobre los hombros de la impiedad quise gritar
pero mi voz apenas aullaba de dolor
quise correr pero el viento se invertía
Nada podía contra la fiebre
Nada contra la muerte
El cuervo seguía en pos de mi pobreza
Era inútil desalentarlo a venir

Mas el pico del cuervo crecía
Nada aturdía el ansia maldita del cuervo
El cuervo era negro
completamente vestido de negro alcanfor
y negra mortaja
Sus garras -su pico- la noche venía
se venía la noche o la muerte

Sus alas en vuelo rayaban el aire
Volaba -muy soberbio el animal
-dije que volaba
arrastrando sus garras -surcando el aire
Yo dormía -tal vez soñaba
Su pico era curvo -saliente- oscuro
El cuervo era un cuervo de alas inmensas
Brillaban de oscuridad
Parecía un ángel del infierno

Verdá tuve miedo -horriblemente miedo
semioculto mi gorjeo miserable
luchaba contra mí mismo -por salir de mí mismo
y dejar el cuerpo envenenado

El lo veía todo
absorto calmado orgulloso hambriento
se acercaba dando saltos maderescos
allí mi cuerpo estirado -moribundo- dormido
Hacia él iba el cuervo

El cuervo era grande -selecto- místico y terrestre
flexionó el pico sórdido y sangricida
-Soy el cuervo -me dijo- la voz infernal crecía
-Soy el cuervo y vengo por ti-
decía la memoria muerta
Sobre mis huesos vino la sombra

-Soy el cuervo de la muerte- volvió a decirme
y la bestia no cejaba ante mis gritos
-soy el cuervo-soy el cuervo-soy el cuervo
Rampaba el eco abismal de sus profanas intenciones
Yo luchaba -luchaba interiormente
Pero el cuervo a destruirme andaba sempiterno

Al fin desperté
Cesó la tempestad
y de un golpe murió el cuervo